La madre le advierte que si no le habla y no le da un beso a la abuela no tendrá helado.
Paseando por la calle, cualquiera podría escuchar una conversación como esta entre un padre o una madre y su hijo/a. En este caso, nos la plantea la pedagoga y profesora Eva Bach (@evabachbcn) en su último artículo “Et compro igualment el gelat” (Te compro igualmente el helado) y que nos permite reflexionar sobre la importancia y el tipo de educación emocional que reciben los niños y niñas, y como esta es una importante herramienta de prevención del abuso sexual infantil.
Menores menos vulnerables y manipulables
Como adultos tenemos que saber que la educación y los valores que transmitimos a los niños y niñas pueden confundirles a la hora de ser capaces de marcar unos límites que los protejan. Es muy importante que sepan que tienen derecho a la intimidad y a su propio cuerpo. Así, delante de una situación abusiva serán menos manipulables y capaces de decir “no”. Con una buena educación emocional les damos herramientas para evitar ocasiones y situaciones de riesgo.
¿Es un gesto de mala educación que un niño o niña diga que no quiere dar un beso?
No.
Ni tampoco se le debe obligar a dar un beso para conseguir un helado.
Los besos, los abrazos y las caricias son expresiones de afecto que deben ser consentidas y, por lo tanto, no deben ir en contra de la voluntad del menor. Hace falta que el adulto establezca unos límites y rutinas pero también es importante saber escuchar aquellos límites que ellos mismos tienen derecho a poner.
¿Cómo protegemos a los menores?
Hay que ser conscientes de que un niño o niña no es capaz de entender qué es el abuso sexual infantil y que, a menudo, no lo puede prevenir. Es, por lo tanto, básico que el menor sepa que tiene derecho a la intimidad, a su espacio y a ser afectuoso o no. No se tiene que ganar el afecto de nadie para conseguir, por ejemplo, un helado sino que debe saber que, haga lo que haga, lo querrán igual. Este es el amor incondicional que debe recibir y que lo protege.
Trabajar temas como la intimidad, la confianza, los límites, la empatía o la autoestima ayudará a que niños, niñas y adolescentes tengan una buena formación sobre afectividad y sexualidad. Por tanto, serán más capaces de entender y distinguir entre aquellas situaciones adecuadas y aquellas que no lo son.